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  • La alegría es la medicina de Dios. Todo el mundo debería bañarse en ella. La tristeza, el mal humor, la ansiedad, todo este óxido de la vida, debería ser limpiado con el aceite de la alegría. Es mejor que el esmeril. Todo hombre debería frotarse con él. Un hombre sin alegría es como una carreta sin resortes, en la que cada guijarro sobre el que pasa hace que uno se sacuda desagradablemente.

    Henry Ward Beecher (1862). “Royal truths”, p.241