Tal vez los enemigos de la libertad lo sean sólo porque la juzgan por su vozarrón. Si conocieran sus encantos, la dignidad que la acompaña, hasta qué punto un hombre libre se siente rey, la perpetua luz interior que produce la autoconciencia y la realización decorosas, tal vez no habría mayores amigos de la libertad que los que son sus peores enemigos.