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Las personas que siempre se sienten alegres, no importa dónde estén o lo que les suceda, que tienen el órgano de la esperanza absurdamente desarrollado, que están dotadas de un temperamento sanguíneo inconfundible, que nunca se preocupan por el precio del maíz y que no pueden, de ninguna manera, descubrir más que el lado bueno de una imagen, son muy propensas a ir a los extremos y exagerar con una potencia microscópica de 40 caballos.