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  • Todos los presidentes empiezan dirigiendo una cruzada, pero al cabo de un par de años descubren que están dirigiendo algo menos heroico y mucho más intratable: la presidencia. Para entonces, el pueblo ya está bien curado de la fiebre electoral, durante la cual cree estar eligiendo a Moisés. Al tercer año, lo consideran un pecador y un vago y empiezan a husmear en busca de rumores sobre otro Mesías.