Autores:
  • La vida eterna no es un don de Dios; la vida eterna es el don de Dios. La energía y el poder que fueron tan evidentes en Jesús se exhibirán en nosotros por un acto de la absoluta gracia soberana de Dios, una vez que hayamos tomado esa decisión completa y efectiva sobre el pecado. Tenemos que seguir dejándonos llevar, y lenta, pero seguramente, la gran vida plena de Dios nos invadirá, penetrando en cada parte.

    Oswald Chambers (2010). “My Utmost for His Highest”, p.224, Discovery House