Empresarios, sindicatos, gobernadores, alcaldes, congresistas y presidentes llevan años quejándose de la falta de financiación, pero aparte de una única inyección de dinero del programa de estímulo, nada ha cambiado mucho. Sigue sin haber consenso sobre cómo resolver el problema o de dónde sacar las ingentes cantidades de dinero necesarias para solucionarlo, un ejemplo más de la parálisis política de Washington.