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  • La naturaleza cura así amablemente todas las heridas. Por mediación de mil pequeños musgos y hongos, los objetos más antiestéticos se vuelven radiantes de belleza. Parece que hay dos caras de este mundo, que se nos presentan en momentos diferentes, según veamos las cosas en crecimiento o en disolución, en vida o en muerte. Y vistas con el ojo del poeta, como Dios las ve, todas las cosas están vivas y son bellas.