Autores:
  • Las oraciones hechas en el Espíritu nunca mueren hasta que cumplen el propósito de Dios. Su respuesta puede no ser la que esperábamos, o cuando la esperábamos, pero Dios a menudo provee mucho más abundantemente de lo que podríamos pensar o pedir. Él interpreta nuestra intención y responde o almacena nuestras oraciones. Las oraciones sinceras nunca se pierden. La energía, el tiempo, el amor y el anhelo pueden ser dotes que nunca se desperdiciarán ni quedarán sin recompensa.